Y no me refiero tanto al tiempo, sino a las personas. Sabemos, y nos han enseñado, que tenemos que aprender a dar sin esperar recibir nada a cambio. Lo que se llaman actos de donación. Lo de no recibir retribución, está claro. También lo de las gratificaciones materiales. Pero ¿y el agradecimiento? Muchos, cuando hacemos las cosas en beneficio de otros, esperamos al menos un agradecimiento. No necesariamente manifiesto, de palabra, pero sí una actitud en la otra persona, una mirada que nos muestre que lo que hacemos es recibido de buen grado, es valorado y apreciado y se tiene en cuenta. Pero en ocasiones, “el que espera, desespera”. Ese agradecimiento por lo que hacemos, lo que nos involucramos, lo que sentimos con el otro, lo que nos volcamos en asuntos y personas que a veces ni si quiera nos incumben o tocan directamente… no siempre llega. A veces quienes están alrededor de ese cuidado, de cuidador y persona enferma, se involucran como los que más. Calladamente, en silenc
Una mirada educativa al envejecimiento, el cuidado y los servicios sociosanitarios