Cuando uno oye “Alzheimer”, "demencia", “dependencia”, “cuidado”, casi se ponen los pelos de punta. Probablemente en la mayoría de los casos solo vienen a nuestra mente pensamientos negativos, ideas oscuras y en definitiva una imagen triste y desoladora de dos o más personas que se enfrentan a una situación límite. Pero… ¿y si cuidar de otros se convirtiera en una oportunidad para aprender y crecer? Puede sonar casi a broma cruel. Pero cuando uno es cuidador y se enfrenta en el día a día a situaciones que le ponen continuamente a prueba como persona y como familiar, quedan dos opciones: caer en el más profundo desaliento y bregar con la situación como se pueda con la esperanza de que acabe pronto y volver a la vida normal, o aceptar y asumir que esto toca aquí y ahora y que esta experiencia puede servi r para que uno mismo se conozca mejor (capacidades, virtudes, defectos, limitaciones) y aprender cada día de ello. Sí, va a suponer un gran es
Una mirada educativa al envejecimiento, el cuidado y los servicios sociosanitarios