Hace ya tiempo escribí sobre la
evolución que actualmente vivía el modelo residencial en España y que se ha
representado con las tres “H”: del modelo Hospital, al modelo Hotel y más
recientemente al modelo Hogar. Hace dos años ya de esa entrada. Y ahí seguimos,
evolucionando al modelo Hogar.
La semana pasada me topaba con el
concepto “Hogarización”, ¿a que suena bien? Hogarizar los centros
residenciales. Hacer de las residencias un hogar para quienes las habitan. Parece
obvio. Pero a estas alturas ya se sabe que las residencias de mayores han sido
un negocio muy muy lucrativo en nuestro país. Y más que las personas, han
importado las cosas. Tanto es así que ahora nos hallamos inmersos en la ola
ACP: Atención Centrada en la Persona. ¿Qué busca? Situar a la persona en el
centro de todo. Algo obvio, otra vez. Pero parece que no lo habíamos terminado
de ver claro hasta hace poco.
¿Qué significa entonces “Hogarizar”?
Hacer hogar, sí. Pero no volvamos a caer en el error de situar las cosas por delante de las personas. Hogarizar no es sólo comprar mobiliario nuevo, pintar paredes y techos, colgar cuadros y fotografías o adquirir objetos antiguos. Eso sería lo más fácil, siempre y cuando se esté dispuesto a invertir. Lo realmente difícil es humanizar esos hogares. Crear la sensación o sentimiento de hogar. Lograr despertar en las personas un sentido de pertenencia. Alimentar un ambiente familiar.
Hacer hogar, sí. Pero no volvamos a caer en el error de situar las cosas por delante de las personas. Hogarizar no es sólo comprar mobiliario nuevo, pintar paredes y techos, colgar cuadros y fotografías o adquirir objetos antiguos. Eso sería lo más fácil, siempre y cuando se esté dispuesto a invertir. Lo realmente difícil es humanizar esos hogares. Crear la sensación o sentimiento de hogar. Lograr despertar en las personas un sentido de pertenencia. Alimentar un ambiente familiar.
Humanizar los hogares no es
llenarlos de cosas ni tampoco sólo de personas. Porque cada vez vivimos
rodeados de más personas pero tenemos menos relaciones personales. Fundación
MATIA lo expresaba de manera contundente en su último cortometraje “Parking”. Humanizar
los hogares residenciales es nutrirlos de relaciones, sentimientos, emociones,
valores y sentido de vida. Es multiplicar palabras, sonrisas, caricias, miradas.
Y entonces ya no es cuestión de dinero. O no sólo. Ya sabemos que ni los
hogares más pudientes son los más felices, ni los hogares felices son siempre
los más pudientes. De ahí que la Atención Centrada en la Persona deba tener
siempre como finalidad la felicidad de las personas y no sólo su bienestar.
Porque ya se ha demostrado que no hay una relación directa entre ambos.
Días atrás me llegó por WhatsApp una
ilustración con una poesía obra de Sara Pérez, de la Asociación Goizargi de
Pamplona, especializada en duelo. Y me hizo pensar otra vez sobre lo que puede
significar verdaderamente “hogarizar” las residencias. Y también sobre la
diferencia entre residencias humanas (llenas de personas) y humanizadas
(construidas sobre relaciones auténticamente humanas).
Va siendo ya hora de pasar a la cuarta “H”: Humanizar.
Y situar siempre las personas y su felicidad por delante de las cosas.
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