Con motivo del Día Internacional
de las Personas Mayores que se celebra el 1 de octubre, la ONG Grandes Amigos
lanza la campaña #OrgulloDeArrugas. Ya tenemos experiencia de otras grandes
campañas de sensibilización de esta ONG, como “Familias hinchables”.
El objetivo en este caso es
denunciar la superficialidad y discriminación que afectan a la vejez,
simbolizada por esa obsesión nuestra de tapar las arrugas y las canas. Sin
embargo, es la consecuencia estética de una sociedad que identifica el éxito
con la juventud y la belleza. Mientras que atribuye a la vejez todo tipo de
estereotipos que están en el origen de la soledad y la exclusión de las personas
mayores. Y por eso reivindican el
orgullo de mostrar las arrugas.
La visibilidad de las arrugas va
mucho más allá de una cuestión puramente estética. No se trata de hacer campaña
contra las cremas antiedad, las cirugías, los tintes, el maquillaje, el Photoshop.
Han sido muchas las iniciativas virales de personajes más o menos conocidas
(casi siempre mujeres, por cierto, ¿por qué no hombres?), que a veces se han
quedado en la superficialidad del asunto pero no han denunciado la raíz del
problema.
#OrgulloDeArrugas significa poner
el foco de atención sobre el Edadismo (3ª forma de discriminación social
después de la racial y de género), desconocido todavía para muchos: como
concepto y como práctica generalizada y normalizada. Discriminación por edad
que afecta a mayores pero también a jóvenes, aunque se denuncie menos. Decía
Donati que nuestras “sociedades adultocráticas” están dirigidas y dominadas por
los adultos, mientras los niños y los mayores simplemente quedan sin voz ni
voto en los márgenes de nuestra sociedad.
Ese edadismo, o discriminación por
edad, lleva a ignorar a las personas que ya no resultan tan útiles, a silenciarlas,
a invisibilizarlas, a infantilizarlas. Muestra de ese edadismo son actitudes
edadistas, lo que algunos han llamado “microedadismos”: expresiones, actitudes,
lenguajes que resultan discriminadores. Los ejemplos son numerosísimos y para
conocerlos os emplazo a buscar en twitter las publicaciones con el hagstag
#microedadismos.
Y pensando en arrugas y edadismo,
quería mostrar una fotografía que saqué hace poco a mi abuela de 87 años y mi
hija de 8 meses.
Bisabuela y biznieta, frente a
frente. Y, sorpresa, las dos tienen arrugas. Arrugas distintas en número,
tamaño, forma. Pero sobre todo en recorrido. En mi abuela, las arrugas son
numerosas, profundas, visibles para cualquiera, fruto de una larga vida, llena
de experiencias, de emociones, de logros y fracasos, de satisfacciones y
heridas. En mi hija, las pequeñitas arrugas son incipientes, escasísimas, casi
invisibles, pero asoman por sorpresa cuando ríe, llora o se enfada; son promesa
de una vida que empieza y resultado de ese inicial descubrimiento del mundo que
le rodea.
En los dos casos son arrugas que
expresan y comunican. No engañan ni esconden.
Y nuestra sociedad edadista,
estética, superficial, esquizofrénica, insiste en eliminar todo eso. En
difuminarlo, esconderlo, mitigarlo. Con cremas, con operaciones, con
maquillajes, con filtros. Parece querer acabar con toda huella de haber
vivido.
En el Día Internacional de las
Personas Mayores, pensemos qué tipo de sociedad queremos ser y qué tipo de
sociedad hemos creado. Qué lugar ocupan las personas. Dónde queda lo
auténticamente humano. Y (¿por qué no?) qué hemos hecho para necesitar “Días
Internacionales” que nos recuerden lo que debería ser valioso y por tanto digno
de ser reconocido y cuidado.
La ONG Grandes Amigos nos
invita además a formar parte de su campaña antiedadista #OrgulloDeArrugas de
tres formas diferentes. Para más información, podéis visitar su web https://grandesamigos.org/orgullodearrugas/
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