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SERVICIOS SOCIALES: ¿BUROCRACIA O SERVICIO A LAS PERSONAS?



Hace un tiempo fui testigo de la revisión del grado de dependencia de una persona de mi entorno diagnosticada de demencia frontotemporal y ELA. Y la experiencia que viví, cuando reflexionaba sobre ella pasadas una horas, me dio qué pensar. Y hoy quería escribir sobre ello.

Ya lo primero que alteró un poco a la familia fue la hora y tiempo de la visita que, según ponía en la carta, estaba prevista entre las 11:30 y las 13:30. Esto ya supone una dificultad para los familiares que deben ausentarse del trabajo mínimo 2´5 horas (desplazamiento de ida y vuelta y las dos horas en las que pueden llegar los expertos) para estar presentes en una visita que después no dura más de 20 minutos. 

Pasadas las 13h por fin llegó la trabajadora social. Ni si quiera se identificó como tal. Al entrar en la casa simplemente se excusó por la tardanza, pero ni llegó a decir su nombre ni su profesión o cargo, simplemente explicó: "vengo de Dependencia”. A continuación comentó que venía a ver a nuestro familiar, se dirigió directamente a ella con un “hola fulana, vengo a ver qué tal estás" . En seguida sacó los correspondientes papeles, comenzó a formular preguntas a los familiares, le preguntó algo directamente a la protagonista y al ver que no puede ya casi hablar desde ese momento se dirigió casi exclusivamente a los que la acompañaban en ese momento

En el tiempo que la trabajadora social (doy por supuesto que lo era) estuvo en casa, le mandó a esta persona realizar una serie de acciones para observar cómo se desenvolvía en las actividades de la vida diaria y nos preguntaba a quienes allí estábamos sobre su capacidad de autonomía y desempeño. Personalmente me sorprendió que en ningún momento mostraba una actitud cercana, amable, cariñosa hacia esta persona. Tampoco hacia nosotros. Más bien daba la imagen de un científico centrado en la observación de variables y la marcación de ítems. No desprendía comprensión o empatía. Más bien se le notaba nerviosa, distante, incluso evitaba dirigirse directamente a la persona a la que examinaba porque no entendía lo que decía. 

Pasados unos 15 minutos (más por la lentitud con la que esta persona dependiente hace las cosas que por el tiempo que la trabajadora social necesitaba) y cumplimentado su breve informe, tan pronto se fue como había llegado. Comentó que en unas semanas haría llegar a la familia el nuevo grado de dependencia y que para todo lo demás siguieran consultando con la unidad de barrio o el centro de salud. De quienes allí estábamos se despidió formalmente. De la persona enferma, a la vista de que no le entendía ni tampoco parecía esperar gran cosa de ella, optó nuevamente por despedirse rápidamente, intentando constestar a algunas de las frases que balbuceaba pero sin grandes resultados. Se notaba que le resultaba difícil mostrarse natural y espontánea y nosotros mismos contestamos por ella y zanjamos de alguna manera la "conversación".

La sensación final que me quedó y sobre la que más tarde conversé y compartí opiniones, fue que la trabajadora social había representado sobre todo el papel de pura burócrata, más preocupada por papeles, trámites y objetivación de lo que observaba, que por la persona y la familia que tenía delante. Que puede que sea el papel que le corresponde. Pero si uno trabaja en este tipo de ámbitos, cuyo fin se supone que es el servicio y la atención a las personas, y en sus manos recae además algo que para la familia es tan importante como es dictaminar la autonomía o dependencia de las personas, es de esperar que muestren un trato más cercano, más empático, más amable. En definitiva, más humano. 

Y por eso, por lo que viví aquel día como testigo directo pero no siendo si quiera cuidador ni familiar de esta persona, quisiera decir lo siguiente. Por favor, que el trato humano y el servicio a las personas debe empezar por los mismos servicios sociales. Que a estos trabajadores públicos se les está abriendo lo más íntimo de cada familia y de cada persona. Y la tendencia a la burocratización y las relaciones mecánicas sólo hacen que cuidadores y familias puedan sentirse violentados y decepcionados por la frialdad y el distanciamiento que asumen ya como un estilo de trabajo este tipo de servicios. Servicios que supuestamente buscan la atención y mejora de la calidad de vida de las personas, pero que al fin y al cabo no dejan de ser una intrusión necesaria pero no querida en los hogares.  



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