Cuidadores y cuidadoras, preguntémonos hoy por un momento y reflexionemos:
¿Qué tareas realizamos para cuidar bien a nuestro familiar?
¿Qué tipo de tareas son esas?
¿Qué tipo de tareas son esas?
¿Son suficientes?
¿Disfrutamos con ellas?
¿Nuestro familiar juega algún papel en esas tareas?
¿Le hacemos en algún momento protagonista?
¿Esas tareas hacen feliz a nuestro familiar? ¿Y a nosotros?
¿Por qué hacernos estas preguntas? Cuando una persona se convierte en cuidadora, su atención se centra por lo general en las tareas más puramente asistenciales del cuidado de una persona dependiente: consultas con médicos especialistas, actualización de diagnóstico, trámites, búsqueda de ayudas, de subvenciones, compra y seguimiento de la medicación y tratamientos, alimentación, aseo, vestimenta, adecuación del hogar, compra de materiales y ayudas técnicas, eliminación de barreras.
¿Qué papel le adjudicamos consciente o inconscientemente a nuestro familiar en todas esas tareas?
Más bien ninguno. Bueno sí, el de asistido, que por lo tanto le hace más pasivo, como bien indica la palabra "asistencia". Recibir sin dar nada a cambio. Con todo lo que eso supone en cuanto a la inactividad, falta de estimulación, autoestima, sentimiendo de no utilidad, de no servir para nada y lo que es peor, de ser carga y problema para otros.
Los cuidadores lo hacemos con la mejor intención, sabemos que nuestro familiar no se vale por sí mismo y nos necesita y ahí estamos, dispuestos a hacer todo lo que haga falta. "Lo que me interesa es que esté tranquila, que no se preocupe por nada, que no se altere, que descanse".Cierto. Lo último que queremos es que la persona esté agitada, nerviosa, ansiosa... Pero ¿le beneficia a ella o a nosotros? En el fondo a veces encargarnos de todo y que esté tranquila sin hacerle partícipe nos lo hace todo más fácil. Así molesta menos y podemos estar a lo nuestro. El otro día leía en una publicación online sobre el peligro que tienen los cuidadores de hacer a los dependientes más dependientes por sustituirles en tareas que todavía pueden hacer o por querer hacerlas más deprisa y a su manera.
El problema reside principalmente en el hecho de que, si por CUIDAR entendemos unicamente ASISTIR, caemos en el error de centrarnos solamente en esas tareas en las que efectivamente la persona dependiente poco puede hacer si no es indirectamente y además con esfuerzo y muchas veces compadecimiento: ya no puede prepararse sus comidas, vestirse sola, asearse, hacer gestiones, recados, llevar control de su medicación, etc.
¿Pero es que cuidar significa solamente eso? Vuelvo a decir, como en otras ocasiones, que el objetivo de CUIDAR es HACER FELIZ. Y solamente ASISTIR no da necesariamente la felicidad, simplemente el bienestar de saberse atendido. De ahí también que uno pueda ser asistido por cualquiera (profesionales, cuidadores formales, personal médico, voluntarios, etc.), pero siempre quiere y desea ser cuidado por los más cercanos: familia y amigos o personas con las que se crea una relación cercana y de confianza.
CRE Alzheimer nos proponía esta semana 10 actividades que podemos realizar con personas con Alzheimer.
Como puede verse se trata de actividades y tareas que tienen más que ver con el ocio, en las que la persona no vive tanto el éxito o el fracaso de la tarea autónoma bien hecha, sino la posibilidad de mostrar su capacidad creativa, imaginativa, innovadora y ociosa. Desde mi punto de vista permiten atender otras facetas de la persona igual o más necesarias para su felicidad y hacen posible una relación más estrecha, significativa y enriquecedora entre cuidador y persona cuidada. Momentos y espacios en los que la enfermedad, la dependencia y la asistencia pasan a un segundo plano y la persona adquiere un papel más protagonista, en los que se recibe pero también se da, y sobre todo se comparte y se crece juntos.
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