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UN CUIDADOR FORMADO E INFORMADO, ES UN CUIDADOR PREPARADO

La frase que titula esta entrada la he tomado del portal web de CEAFA (Confederación Española de Asociaciones de Familiares con enfermedad de Azheimer y otras demencias).

Creo que es importante reflexionar sobre esta frase, en apariencia tan de sentido común, breve y directa, pero que en mi opinión esconde verdades de las que pocas veces somos conscientes. Dividiré la frase en 4 partes que me han hecho pensar sobre lo que significa y supone cuidar.

“Un cuidador”

Ser cuidador no es sólo una circunstancia aislada, con la que uno se encuentra como consecuencia del destino, la casualidad o, lo que es más probable que muchos pensemos, la mala suerte. Ser cuidador significa que yo reconozco que una persona se haya en situación de dependencia por las circunstancias que sea y por lo tanto precisa de ayuda, atención y cuidado especiales, más o menos constantes. Ser cuidador es un rol que yo libremente adopto (es lo deseable) en un momento dado, más o menos extendido en el tiempo, que me obliga a asumir una serie de responsabilidades y funciones y que me lleva a entablar con esa persona una relación especial: la relación de cuidado. Del grado y modo en cómo yo asuma ese cuidado y el enfoque que le dé a mi rol y función de cuidador, dependerá que realmente sea cuidado (relación de amor en reconocimiento de una persona dependiente que precisa mi cuidado), o se convierta en simple asistencia o apoyo en las actividades de la vida diaria. Pero ser cuidador no refleja QUIÉN SOY YO en su totalidad, sino solamente parte de lo QUÉ SOY. No me define en mi totalidad como persona (soy mucho más que cuidador) y por eso debo saber mantener y seguir desarrollando mi propio proyecto vital integrando una de tantas otras funciones que en ese momento estaré desempeñando: la de cuidar de alguien dependiente. 

“Formado”

Muchas veces caemos en la tentación de creer que cuidar es una capacidad natural con la que uno nace y que por tanto todos sabemos cuidar. La realidad es que cuando a uno le toca verdaderamente cuidar, descubre sus dificultades, sus incapacidades, sus debilidades, sus carencias, sus límites, aunque también descubre capacidades, virtudes y fortalezas con las que jamás creyó contar. Pero lo que resulta claro es que a cuidar se aprende. Y el cuidado, como cualquier otro tipo de aprendizaje, se transforma en un proceso en el que se adquieren conocimientos, habilidades, destrezas, aptitudes y competencias. Uno no nace sabiendo cuidar, sino que aprende a hacerlo. Y no debemos olvidar que la familia cuidadora precisa de medios de formación. Y con ello me refiero además a formación de calidad, además de formación personalizada.

“Informado”

Para cuidar, uno tiene que conocer. Es verdad que vivimos en la sociedad de la información, pero no siempre la información llega a quien debe, o si llega a veces no es entendible, no es clara o resulta incompleta o erronea: hecho tan común en los diagnósticos médicos, en la información jurídico-legal, subvenciones, en el "boca a boca" o información "de la calle" o la que hoy encontramos en internet muchas veces sin filtro alguno y poco fiable. La familia debe ser informada porque uno no cuida bien cuando no conoce la realidad que está manejando. Y no olvidemos también que la persona a quien van destinados los cuidados está en su derecho (reconocido legalmente) de ser informada sobre su propia situación; eso sí, adaptando la información a las circunstancias concretas.

“Cuidador preparado”

En numerosas ocasiones confundimos “cuidar”, con“asistir”, “atender” o “ayudar”. La relación de cuidado se basa principalmente en el amor, en ese intercambio recíproco en el que cuidador y persona dependiente dan y reciben algo el uno del otro. Cuando se dice que un cuidador está verdaderamente preparado, significa que no sólo cuenta con la información necesaria, sino que además acepta libremente asumir el cuidado de esa persona porque la reconoce como alguien valioso para él/ella y por tanto está dispuesto a formarse y aprender a cuidar para lograr su mayor bienestar posible y su felicidad sin olvidar tampoco el suyo propio. Aunque vuelvo a repetir que es difícil decir que alguien está completamente preparado para cuidar. Porque el cuidado, siendo una relación que se establece entre personas y estando condicionada por una enfermedad y tantas otras circunstancias difíciles de controlar, se transforma con el tiempo, pasa por diferentes etapas y conlleva cambios constantes. Y todo ello supone un re-asumir progresivo, un re-adaptarse constante a las circunstancias y un re-conocer a esa persona que parece no ser ya la misma. Todo ello supone en el día a día afrontar nuevas dificultades, nuevos obstáculos y nuevas necesidades, por lo que el cuidador debe “reciclarse” constantemente y prepararse nuevamente para el aquí y el ahora. 

La formación continua y de calidad adaptada a cada persona, cada momento y cada situación y el acompañamiento personalizado y cercano, es lo que ayuda al cuidador a cuidar.  





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