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EL DÍA EN QUE TE CONVIERTES EN PADRE DE TU MADRE

Es curioso cómo la persona con demencia llega a asumir verdaderamente la personalidad de un niño. Se oye decir a la gente que las personas con Alzheimer, con demencias, se comportan como críos. Pero uno no llega a entender el calado de esta afirmación hasta que descubre que realmente sus comportamientos, sus costumbres, sus reacciones, sus comentarios, son los de una mente de 5 años. Se niega a obedecer, no atiende a razones, tiene rabietas, esconde cosas para que otros no las encuentren, dice o hace cosas inoportunas.  



Cuántas veces hemos vivido la situación de llamar la atención o reñir a estas personas y oír aquello de: “que tú no eres mi padre”, “que tú no me vas a mandar”. 
¡Y tienen razón! Ni eres su padre ni te correspondería mandarle. Y sin embargo tu mente sólo piensa una cosa: es que realmente me he convertido casi en su padre, es como si tuviera que cuidar de una hija pequeña. En ese momento sólo sientes frustración y rabia: porque los tornos han cambiado y te has convertido en padre de tu madre. 

Ante esta situación, al cuidador se le plantea una dura tarea: asumir que quien era su madre/padre, ahora es tu hija/o. Se convierte en una persona en apariencia adulta, mayor, envejecida, pero con el espíritu y la personalidad de un niño que depende de ti para casi todo. Incluso peor que un niño, porque no razona, no atiende, no escucha, no comprende, y nunca lo llegará ya a hacer. No hay cabida para la esperanza.

Esto es algo difícil de encajar para un cuidador joven que busca en esa persona un referente, un ejemplo, un modelo, alguien en quien fijarse y de quien aprender; para un cuidador que todavía necesita de los padres para seguir abriéndose camino en el mundo, adquirir experiencia, aprender de la vida. En cambio, tiene de pronto frente a él a quien podría ser una hija pequeña y a quien constantemente debe reñir, corregir, llamar la atención, controlar y proteger. 




Ese cambio de roles es algo difícil de encajar, de entender; sobre todo de aceptar y asimilar. Se ve obligado de repente a madurar aceleradamente, a asumir un rol paterno no buscado ni esperado, ni tampoco natural, y a vivir con esa soledad provocada por la “ausencia” de padres, de referentes, a la búsqueda de otros ejemplos y apoyos que puedan sustituirlos.


En este sentido queda mucho por hacer en la formación y apoyo del cuidador joven:
  • Aceptación de la enfermedad en el progenitor joven 
  • Cambio de roles 
  • Aceleramiento del proceso de maduración personal 
  • Búsqueda de nuevos referentes y modelos
  • Vivencia y asimilación de experiencias de vida poco habituales
  • Etc.

* Publicado en Afables con el título "Las necesidades del cuidador joven ante el cambio de roles"



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