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LA IMPORTANCIA DE CADA DECISIÓN EN EL MOMENTO ADECUADO





Precisamente al contrario de lo que dice esta viñeta, cuando se trata de cuidar de una persona dependiente con una enfermedad neurodegenerativa, no merece la pena mirar atrás.

El diagnóstico supone un impacto en las personas de alrededor y en la familia en su conjunto. Cada persona vive ese proceso de duelo de distintas formas, de manera muy personal: hay quien niega la realidad, la rechaza, se evade, hay quien acepta y asume, hay quien se desentiende, hay quien se hunde, hay quien se bloquea… 

El diagnóstico y el pronóstico exigen en la mayoría de los casos empezar a tomar decisiones, prever necesidades, anticipar cambios. En ocasiones no tomamos las decisiones que la situación requiere: porque nos falta experiencia, información, nos sentimos perdidos, ignoramos las opciones, no somos conscientes del deterioro que se va a producir.

Pero la enfermedad transcurre, evoluciona, las necesidades cambian en breves (o largos, según el caso) espacios de tiempo y se requiere del cuidador una capacidad de continua readaptación a la situación. Constantemente se ve en la situación de tomar nuevas decisiones, importantes o no, pero que marcarán el transcurso del cuidado, el bienestar de la persona y su propia felicidad. 

Cuántas veces nos lamentamos por no haber tomado determinadas decisiones a tiempo. Pero, ¿merece la pena quedarse en ese lamento? Lo que no hice ayer no lo puedo hacer hoy porque la enfermedad y la persona a la que me enfrentaba entonces ya han cambiado. En este caso es mejor aprender de esos errores pero no pretender cambiar lo pasado, lo que se hizo mal o no se hizo. Lo aconsejable es vivir el día a día con perspectiva a largo plazo, y hacer lo que se requiera en cada momento teniendo en cuenta la situación actual de la persona y su enfermedad, aprendiendo a  anticiparse.  




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