Ir al contenido principal

¿CUIDAR ES PARTE DE MI VIDA?



Dándole vueltas estos días a la frase que publicaba en una entrada anterior: 




he llegado a la conclusión de que quizás el primer error esté precisamente ahí, en pensar por un lado en la persona dependiente y el cuidado, y por otro lado en nuestra vida. Al estar enfrentando inconscientemente cuidado y vida, lo que damos a entender realmente es que el cuidado no lo consideramos parte de nuestra vida. O al menos no parte de nuestra vida corriente, habitual o la que esperábamos tener. Vemos el cuidado como algo que no encaja, que no nos tenía que pasar, que no teníamos previsto.


Es importante detenerse a pensar en esto porque puede tener su lado positivo y su lado negativo.


Positivo: tal y como comentaba en la entrada “Ser cuidador no es nuestro destino final”, es importante entender e interiorizar que el ser cuidador, el hacerme cargo de forma puntual de una persona dependiente (entiéndase, durante un intervalo de tiempo que tendrá un inicio y un final) no es mi destino final. Mi vida no acaba ahí, sino que es una tarea, un encargo que la vida me plantea y que yo asumo y acepto o no libremente, si de verdad quiero cuidar. Ahí, efectivamente, el cuidado se ve como parte integrada de mi vida, que en cierto momento entra y en otro determinado momento saldrá. No lo tenía previsto (o sí), pero lo acepto, lo integro en mi historia de vida hasta que esa situación de cuidado y ser cuidador finalice. Y así cuido por amor. Cuido verdaderamente. Y aun cuando acaba, el cuidado ya forma parte de mi vida y de hecho configura de alguna manera mi propia personalidad, hace que sea quien soy y lo que soy, ya es una parte más de mí.


Negativo: cuando yo veo el cuidado como algo que me viene dado sin esperarlo, como algo que no tenía previsto, pero que además no termino de aceptar o me genera enfado, rechazo, frustración, porque no entraba dentro de mis planes de vida tener que cuidar de alguien. Esto es algo en principio normal, una respuesta natural a un cambio sustancial en mi proyecto de vida; el problema viene cuando no consigo salir de esa fase de negación y rechazo. En ese momento se da la situación que planteamos de que se vea por un lado el cuidado y la persona dependiente, y por otro lado mi vida. Si lo vemos así, el cuidado no va a generar sino disgusto y malestar porque lo vemos como algo que atenta contra nosotros, que pone en peligro nuestros planes y ataca nuestra forma o estilo de vida; y toda esa rabia y frustración la vamos a acabar transmitiendo y descargando sobre la persona a la que cuidamos, lo que acabará por generar realmente mal cuidado o abandono.




Saber aceptar e integrar el cuidado en mi vida entendiéndolo como una etapa en la que se me exige adoptar un nuevo rol y nuevas responsabilidades y obligaciones, es lo más beneficioso tanto para el cuidador como para la persona a la que se cuida. Y si por las circunstancias que sea no se es capaz de hacer esto, es preferible que la persona sea consciente de ello, lo reconozca y busque alternativas para garantizar ante todo que la persona dependiente esté bien cuidada, sea querida y se garantice su bienestar y felicidad. 


Comentarios